Hablemos de lo que de verdad importa.
Hablemos de tabúes y miedos. Hablemos de ese vértigo a sentirnos vulnerables,
desnudos, a reconocer el caos interno y la revolución de nuevas emociones.
Hablemos de tirar por la borda todos esos “y si” que nos condenan sin piedad,
de dejar a un lado nuestro orgullo, fruto del mayor de los temores, eso que
llaman enamorarse.
Hablemos de relaciones pasadas. Hablemos de
lo que nos enseñaron, de aquellos momentos vividos y de en quiénes nos
convertimos gracias a ellas. Hablemos de que no podemos reclamar aquello que
nosotros mismos no somos capaces de cumplir. Hablemos de por qué ellos sí y
nosotros no, por qué nos perdimos a mitad de camino o por qué aquellos por
quienes no apostábamos un centavo nos robaron nuestro sueño.
Hablemos de que tenemos tanto miedo que nos
hemos quedado dormidos. Hablemos de aprender a dejar atrás, de volver a
empezar, de salir del círculo en el que nos hemos metido por miedo a vivir.
Hablemos de que es más fácil ignorar la realidad, aferrarse a aquello que
creemos que nos ayuda a olvidar. Porque lo cierto es que enfrentarse al cambio
implica pasar por varios tragos amargos del peor de los gin-tonics.
Hablemos de héroes y princesas, de ilusiones
que jamás llegaron a ser algo más que eso: sueños. Hablemos de promesas que
vendimos, de cicatrices que nos dejaron cohibidos. De por qué nos empeñamos en
buscar la felicidad en su utopía más ingenua, haciendo que el listón, tan alto,
no nos deje ver más allá de nosotros mismos. Por eso, paremos el tiempo; y
hablemos de empezar por el principio. Por aceptarnos tal como somos, en nuestro
día a día, en nuestra versión original, y encontrar la auténtica felicidad en
nuestras más perfectas imperfecciones.
Hablemos de saber esperar, de querer solo
cuando nos sintamos preparados, de poder dar el paso cuando llegue el momento
adecuado. Hablemos de apostar nuestros pros y contras a un pleno, confiando,
mientras gira la ruleta, en que el riesgo merezca la pena. Aprovechemos, entre
vuelta y vuelta, un descuido, y cojámonos de la mano. Hablemos de que la vida
es un juego. Un juego diseñado para una sola partida que no entiende de normas,
ni de actores interpretando su mejor papel.–
Hablemos de que la realidad será como
nosotros queramos que sea, de soñar con los pies en el suelo, de agarrar con
fuerza las oportunidades que se nos presenten y de superar los momentos
difíciles que nos esperan. Hablemos, con franqueza, sobre los pilares de la
lealtad y la confianza, de cómo sobre ellos construiremos nuestra historia,
piedra a piedra. Hablemos de entendernos, de aceptar los cambios, de
mantenernos unidos. Prometamos que, a pesar de todo, seguiremos siendo los
mismos.
Hablemos y encontrémonos. Hablemos en la
ducha. Hablemos con nuestra canción preferida bailando en la cocina. Hablemos
en la azotea del edificio más alto de nuestra ciudad. Hablemos con una sola
mirada. Hablemos mientras discutimos. Hablemos de nuestras rutinas. Hablemos
entre carcajadas. Hablemos sin palabras, sin llenar esos silencios incómodos.
Hablemos aquí y ahora. Hablemos entre tú y yo, de nosotros.
Fdo:
Café Desvelado