¿SABÍAS QUÉ? : 📚📚📚
RICHARD
HEBER, mejor conocido como “EL COLECCIONISTA DE LIBROS”, logró
reunir 146.827 volúmenes y gastó más de medio millón de dólares. Cuando lo
interrogaron por tener tres o más copias de un libro que amaba, la explicación
fue diáfana: una para exhibirla, otra para uso propio y una tercera para
prestársela quizás a los amigos.
El gusto
por el coleccionismo de libros se desarrolló en él en la infancia, y como
estudiante comenzó a coleccionar una biblioteca puramente clásica. Su gusto se
amplió, se interesó en los primeros dramas y literatura inglesa, y comenzó su
maravillosa colección de libros raros en estos departamentos. Al triunfar en la
muerte de su padre en 1804 en grandes propiedades en Yorkshire y Shropshire,
que aumentó considerablemente, se dedicó inmediatamente a la compra de libros
raros. Heber fue uno de los 18 fundadores en 1812 del Club de bibliófilos
Roxburghe .
A su
muerte, su colección en Inglaterra fue estimada por Dibdin en 105,000
volúmenes, excluyendo a muchos miles en el Continente, el total había costado
más de £ 180,000. Allibone en su Diccionario de Autores calcula los volúmenes
en Inglaterra en 113,195, y los de Francia y Holanda en 33,632, haciendo un
total de 146,827, a lo que se debe agregar una gran colección de folletos. Esta
inmensa biblioteca se vendió en subasta después de la muerte del propietario,
la venta duró 216 días y se realizaron más de £ 60,000.
AUTOR: LEON H. VINCENT
España, 2015. 112 páginas
EL LIBRO "El
bibliótafo, un coleccionista de libros" del escritor norteamericano Leon H. Vincent, se publicó en 1898.
Este clásico de las letras norteamericanas ha visto la luz por primera vez en
español gracias a la editorial Periférica, dentro de su interesante colección
Largo recorrido. Leon H. Vincent nos cuenta la vida y milagros de unos
peculiares personajes, algunos reales, otros ficticios, que comparten una misma
pasión: la de coleccionar libros. Una pasión que «es un lastre para el hombre
práctico; y para el inculto, una tontería.»
Entre los
personajes reales, encontramos a Richard Heber. «El nombre de Heber sugiere la
idea de que no todos los que compran libros son bibliófilos. Sólo él es digno
del título de quien adquiere sus libros con algo parecido a la pasión. Uno
puede comprar libros como un caballero, lo cual está muy bien. O puede comprar
libros como un caballero y un erudito, lo cual está mejor aún. Pero para ser un
verdadero bibliófilo debe uno parecerse a Richard Heber y comprar libros como
un caballero un erudito y un loco.» Se calcula que llegó a atesorar en torno a
los 150.000 volúmenes y que gastó más de medio millón de dólares en libros.
El
bibliótafo es una novela que rezuma ingenio e ironía. Y que contiene
interesante información y numerosas anécdotas en torno al mundo de los libros y
acerca de personajes reales. Entretenida y fácil de leer. Muy interesante.
SINOPSIS:
Este pequeño
gran clásico de las letras norteamericanas, publicado en 1898 e inédito hasta
ahora en español, cuenta las divertidas aventuras y anécdotas, de viaje en
viaje, de un peculiar coleccionista de libros.
Un
bibliótafo entierra libros; no literalmente, pero a veces con el mismo efecto
que si los hubiera metido bajo tierra. Uno de ellos, el más simpático que ha
pisado las calles durante mucho tiempo, es el protagonista de esta historia.
Acumuló sus libros durante años en el enorme desván de una granja del condado
de Westchester. Cuando aquella biblioteca ya no cupo en el desván la trasladó a
un gran almacén del pueblo. Era la atracción del lugar. Los aldeanos aplastaban
la nariz contra las ventanas e intentaban curiosear en la penumbra a través de
las persianas medio bajadas…
Pero por
extraño que parezca, las conversaciones de este gran coleccionista (de un humor
inteligente y ácido las que aquí se narran) giraban menos en torno a los libros
acumulados que a los hombres que había tras ellos, o a los que conocía a partir
de ellos. Una creencia popular respecto a los coleccionistas de libros dice que
sus vicios son muchos, sus cualidades negativas y sus costumbres completamente
imposibles de averiguar. Sin embargo, el crítico más hostil está obligado a admitir
que la cofradía de los bibliófilos es eminentemente pintoresca. Si sus
actividades son inescrutables, también son románticas; si sus vicios son
numerosos, la perversidad de esos vicios queda mitigada por el hecho de que es
posible pecar con gracia. Sea como fuere, los dichos y hechos de los
coleccionistas dan vida y color a las páginas de esos buenos libros que tratan
de otros libros. Como éste.
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@BitacoraDeDoraDiaz
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