miércoles, 17 de octubre de 2018

DANIELA PERALTA



Él volvió pero yo, yo ya tenía arrugas en mí cara. Habíamos envejecido, pero en sus ojos seguía aquel muchacho que un día amé.

La vida había hecho de nosotros algo singular, y aunque le hemos jurado amor a las personas equivocadas, todavía seguía latente el "porqué" nunca lo juramos entre nosotros, todavía estaba congelada entre escarchas, detenida en el tiempo, la pregunta "¿y si funciona?". Se nos había ido la vida, habíamos conocido lugares soñados y habíamos cumplido pequeñas metas pero no juntos, ninguno fue testigo de la magnitud y de lo magnífico del otro. Yo tuve quien acariciara mí pelo por la noche y quién me abrazara la vida cada vez que ésta se me rompía. Él tuvo quien le cumpliera los caprichos y le matará los miedos.

El amor para nosotros había cambiado de forma y de cuerpo, y aunque siempre nos recordamos con mucho cariño, como a tantos otros, al volvernos a ver nos dimos cuenta que eramos "nosotros", en el sentido de que vagamos por el mundo errantes, catadores de besos, proyectando con ajenos lo que siempre quisimos, para mirarnos y saber que éramos "nosotros", que nos tuvimos ahí y no lo supimos. Nos dimos cuenta debajo de todas esas arrugas y canas mal teñidas que hay amores que no mueren, que no envejecen, sólo se toman un descanso largo hasta volvernos a llevar con quien nos dió felicidad, pero para saber eso tuvimos que llegar del otro lado del arco iris, para encontrar la nota que decía: "es él/ ella"

Daniela Peralta
@BitacoraDeUnaEstrella

No hay comentarios:

Publicar un comentario