“Mi amor, no te enamores de mí. No te enamores de mí cuando te sonría sin razón o cuando mis ojos se iluminen al verte. No te enamores de mi inteligencia y de mi cultura; pues son la razón por la que no puedo quererte. No te enamores cuando me sonrías y me ponga nerviosa, tan nerviosa que por un segundo pienso que no puedo estar sin ti.
Mi amor, se inteligente y precavido, que no te seduzcan mis demonios. No te enamores de mi forma tan usual de pasar en un segundo de niña a mujer, de tímida a sensual, de amiga a amante. ¡No mi amor! no lo hagas, no me digas que me amas o que estás loco por mí, no te comprometas con esas palabras que de mí boca no podrán salir.
Mi amor, no te enamores de alguien fria como yo. No te enamores de alguien que no se puede quedar para siempre, de alguien que se irá porque es libre como el viento, que es un huracán al enojarse y un infierno al hablar. Pero, sobre todo, mi amor, no te enamores de mí porque tengo miedo a decidir quedarme para siempre junto a ti.
Danielle Cas
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