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viernes, 24 de noviembre de 2017

PERDER - MYRIAM IMEDIO


He perdido la inocencia en una cama de noventa, a doscientos por hora, olvidando las horas. He perdido los zapatos una noche de fiesta y me he reído al andar descalza cuando he perdido la vergüenza. He perdido las llaves que abrían su puerta. Y el abrigo, y he sentido el frío de la madrugada ahogada en un reloj. He perdido alguna lágrima en un taxi de vuelta y más de un beso fugaz en uno de ida. He perdido el turno, días felices, aquel mapa que indicaba el camino, la hoja de ruta que diseñé con cariño y una mirada que era combustible del que te hace volar.



He perdido el norte por buscar nuevas direcciones. He perdido el tren y el barco y el faro y me he comido las olas a pares y la sal a puñados, esa sal que escuece en la herida. He perdido la ilusión delante de la pantalla del ordenador. Y la respiración cuando una despedida me ha dibujado el temblor de un adiós. He perdido el orgullo enviando un mensaje absurdo de WhatsApp. He perdido las formas y los papeles en una sala llena de gente a golpe de impotencia y dolor del que rompe las entrañas. He perdido todas las carreras que no he empezado y algunas palabras que me he tragado queriendo y sin querer. He perdido el aliento en una decisión de esas que te cierran los ojos y los puños. Y me he perdido un baile lento con alguien que tenía prisa.

Sí. Confieso que perdí la cordura en aquel último abrazo. Sí. Confieso que he perdido más de lo que he ganado, pero aprendiendo a perder… se gana. Te lo prometo.

Bitácora de una Estrella - Dora Díaz



HAGA EL AMOR - RON ISRAEL


Haga el amor, folle, coja, chingue 
o como lo diga, pero siempre 
con alguien que respeta tu cuerpo 
y escucha cuando se les dice que no. 


Alguien que no te presione para hacer algo
que no te sientas cómoda.
Con alguien que escucha.

Alguien que presta atención a qué tipo
de detalles te gusta y que no te gusta.
Alguien que no se necesita mucho tiempo
para aprender cómo conseguir tu orgasmo.
Con alguien que te hace sentir bella.

Alguien que puede besar sin tener
que preocuparse por el ancho de tu estómago
o la cantidad de bello que está por debajo de tu cintura,
alguien que te lleve a Venus por debajo de tu monte.
Con alguien que puede reír mientras lo hacen.

Alguien que sonríe cuando chocan los dientes
o sus narices en lugar de hacer que
se sienta extraño en ello.
Con alguien que hace un esfuerzo
para establecer el estado de ánimo.

Una persona que hace la cama
y enciende velas y reproduce música seductora,
porque sabe que así a ti te gusta.
Con alguien que se preocupa
para que siempre sea como la primera vez.

Alguien que va a ir hacia abajo de ti,
usar juguetes,
o hacer cualquier otra cosa que se necesita
para asegurarse de que usted tiene un orgasmo
que es tan fuerte como la que está a punto de tener.

Con alguien que se siente cómodo
girando hacia abajo cuando no estás en tu estado de ánimo.
Alguien que no va a hacer que se sienta culpable
por irse a dormir temprano.

Con la persona que te mira a los ojos
y acaricia sus mejillas en lugar de mirar por encima
del hombro todo el tiempo por lo que el acto no se siente tan personal, tan íntimo.

Con alguien que no tenga prisa.
Alguien que no le importa si tarda seis meses
hasta que esté listo para el sexo.
Alguien que no le importa si le toma
treinta minutos para llegar al clímax.
Con alguien que se da cuenta de que el
juego previo es tan importante como el sexo mismo.

Alguien que le da suficiente atención
antes de que su ropa se cae.
Alguien que quiere que se siente increíble,
por dentro y por fuera.
Con alguien que te dé confianza.

Alguien que pudiera precisar para tragar
o ponerle esposas y que no tenga miedo,
porque sabe que no le importaría nada porque son cosas de dos.

Con alguien que después de hacer el amor no se duerma
y sólo la acaricie hasta que los dos se queden dormidos profundamente.



–Ron Israel.