miércoles, 12 de abril de 2017

¿Y SI ENSEÑAMOS A LAS NIÑAS A SER VALIENTES, EN VEZ DE SER PERFECTAS?



Las mujeres perfectas no existen, pero sí las mujeres valientes.

Enseñémoslas que la perfección no existe, pero que los miedos se multiplican cuando avanzamos: en la casilla de salida suele haber mucho menos que perder que en las casillas intermedias. Contémoslas que hay victorias que tienen precios que no merecen la pena pagar, porque no merece la pena ser el más popular si por serlo el precio es el acoso, la burla o le insulto.

Mostrarles que antes de asumir cualquier opinión como propia es mejor someterla a juicio. Hagámonos aunque esto suponga que lo hagan con nuestras opiniones y tengamos que dedicar tiempo a exponerlas. No les mostremos que la vulnerabilidad nos hace débiles, porque las corazas con las personas que queremos solo nos alejan de ellas.

Enseñémoslas que ellas tiene un gran poder. El de romper con una pareja al primer indicio de maltrato, el de derribar una puerta e intervenir si sienten que alguien está en peligro, el de decir no cuando reciben una invitación de la que sospechan. Enseñémoslas que la libertad no implica anarquía y que quienes la temen no lo hacen por nuestro bien, por mucho que se hagan acompañar de muchas voces con pancartas y letras escritas a rotulador.

Enseñémoslas que si juntan su poder con la valentía se convertirán en personas que merecerán la pena, y que mientras se convierten en esa persona serán precisamente una persona que merezca la pena. Porque el mientras cuenta, cuenta tanto que si te paras a pensarlo, todo ocurre mientras morimos, mientras vivimos…y en ese mientras rico en perspectivas sucede una cosa y es que la felicidad tiene una extraña simpatía por las personas que merecen la pena.

Sergio De Dios González

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