viernes, 3 de noviembre de 2017

MIEDO - DAN


Cuántas historias que nada fueron porque alguien no supo manejar el miedo.

Cuántos besos que se perdieron porque nadie se animó a aceptar su más preciado anhelo.

Cuántas solitarias tardes quedaron solas por no tener el coraje de pedir esa deseada compañía, dejando las dudas, cargando sólo los sentimientos.

Cuántas historias se han perdido por permitir que tome el timón aquel insensato miedo a perderlo todo sin saber que así es como se está perdiendo.

Cuántos anhelos se han extinguido por no animarse a cambiar los vientos.

Cuántas parejas siguen forzadas por no aceptar, con coraje, que llegó el temido momento.

Cuántas personas permiten que sus decisiones, simplemente, las tome el miedo.

El miedo a quedarse solas, a no tener una caricia, una mano amiga o un abrazo protector un domingo cualquiera.

El miedo que no permite saltar sin dudas hacia una nueva aventura, tan añorada como incierta, tan lejana como acertada, tan certera como la hazaña de permitirse arriesgar todo por encontrarla.

El miedo a salir lastimados y a que, despacio, otra vez, se nos cierre el pecho; pues al abrirse lo han dañado, sin piedad, con secuelas, sin arrepentimiento.

El miedo a seguir soñando pues al hacerlo se iluminan las esperanzas que abrirían la puerta a que nos generen nuevas y profundas heridas sin saber por seguro cómo habríamos de sanar en esta nueva partida.

El miedo a vivir los días, el miedo a enfrentar la vida, a soñar nuestra dicha sin miedo a que ésta, un día, se convierta en otra triste agonía.

Cuántos miedos dominan nuestras acciones, nuestras aristas. Cuánto más libres seríamos si nos dejáramos fluir sin miedo a lo que vamos a encontrar cuando doblemos en aquella misteriosa y temeroza esquina.

- Dan -

No hay comentarios:

Publicar un comentario